Mai zerbal


Mai zerbal, madre humana salvaje, que intenta seguir su instinto y escuchar su intuición.

Madre mamífera, porque el ser humano es un mamífero del orden de los primates.

Madre entrañable, que ama a sus hijos desde lo más profundo de sus entrañas donde está el útero.

Madre complaciente, que se complace en complacer a sus hijos.

Madre insumisa, que hace lo que cree que es mejor para sus hijos a pesar de lo que digan otros.

Madre consentidora, porque siente lo que sus hijos sienten.

Madre respetuosa, que considera que un niño merece tanto o más respeto que cualquier adulto.

Madre nutridora, que nutre con su leche, su amor y seguridad a sus crías.

Madre natural, que intenta actuar como lo haría una hembra humana sin condicionamientos.

Madre defensora, que representa a sus hijos ante la sociedad y no viceversa.

lunes, 12 de julio de 2010

A.S. Neill: un hombre del lado de los niños

Hoy he terminado de leer el libro "El nuevo Summerhill" de A. S. Neill. No he leído "Summerhill" pero por lo que pone en la introducción ambos difieren, siendo este más fiel a Summerhill y a las opiniones del autor.





Me ha encantado la lectura de este libro. Puede que Summerhill no se ajuste a mi ideal de escuela, principalmente por tratarse de un internado pero me parecen muy importantes las opiniones de alguien que estuvo del lado de los niños y que convivió con ellos, dejándolos crecer en libertad. Todas sus observaciones son por tanto las derivadas de dicha experiencia y los niños en libertad nos pueden enseñar mucho acerca de la esencia del ser humano.





Mientras leía fui anotando frases o ideas, que me quería ir quedando y que quiero compartir:





Summerhill ha demostrado que una escuela puede abolir el temor a los maestros y el miedo a la vida.





Es la disciplina la que da origen al miedo.





El niño problema es aquel que es infeliz. Está en guerra consigo mismo y, en consecuencia, en guerra con el mundo.





Ofrecer a los niños la libertad de ser ellos mismos: renunciar a toda clase de disciplina, dirección, indicaciones y enseñanza moral o religiosa.





Creencia firme de que el niño es un ser bueno y no maligno.





El niño es, de manera innata, sabio y realista. Si es dejado a sus propios medios, sin sugerencias de ninguna clase por parte de los adultos, se desarrollará tanto como es capaz de hacerlo.





Los pequeños que gozan de libertad tienen mucho menos odio que expresar que aquellos que están oprimidos.





Amar significa aceptar a los niños.





No se puede estar del lado de los niños si se los castiga o los molesta.





Importancia que reviste la ausencia de miedo a los adultos.





El trabajo de un niño es vivir su propia vida, no lo que otros creen que es mejor para él.





La niñez es la capacidad de juego y ningún niño logra jugar todo lo que desearía.





Cuando un niño ha jugado lo suficiente empezará a trabajar y a enfrenterse a las dificultades.





La autorregulación incluye la creencia en la naturaleza humana. Se refiere al derecho que tiene el bebé de vivir libremente, sin ninguna autoridad externa.





El miedo al futuro del niño conduce a los adultos a privar a los niños de su derecho a jugar.





El sentido de responsabilidad social no se desarrolla plenamente hasta los 18 años o más. Mientras tanto, sus intereses son inmediatos, no existe el futuro.





No hay niños perezosos. Se trata de de falta de interés o de salud.





Permitir al niño que sea libre de seguir sus propios intereses infantiles a los largo de toda su niñez. Cuando chocan intereses individuales y sociales de un niño, dar preferencia a los individuales.





Liberar o permitir al niño que viva de acuerdo a sus intereses naturales.





La vida misma presenta tantos problemas que resultan innecesarios los artificiales que presentan al niño.





No imponer nada recurriendo a la autoridad. Esto es fascismo.





Libertad: hacer lo que uno desea en tanto no interfiera con la libertad de los demás.





Hay un poder innato para superar los demonios que nos ponen. Hay un movimiento lento hacia la libertad.





Solo bajo libertad el niño puede desarrollarse de forma natural.





Educamos a nuestros hijos de tal forma que no se atreven a ser sinceros. El niño es sincero de nacimiento.





Las emociones de un niño tienen infinitamente más importancia que su adelanto intelectual.





Los niños, al igual que los adultos, aprenden sólo aquello que quieren aprender.





La educación no toma en cuenta las motivaciones de los niños, sus ganas de jugar, su anhelo de sentirse libres, de escapar de que los adultos moldeen su carácter.





Un buen maestro es aquel que tiene buen sentido del humor y el menor sentido de la dignidad. Que no inspire miedo, ni sea moralista. Que se ría con los alumnos y no de los alumnos.





Humor para los niños: falta de respeto y ausencia de miedo.





Los niños libres no siguen a un jefe al que le guste estar sugiriendo cosas.





Autoridad se opone a libertad. Disciplina se opone a autogobierno.





Primero vivir, después aprender.





Si las emociones son libres, nuestro intelecto se las arreglará por si mismo.





Los niños no serán ordenados porque se les obligue a ordenar. De momento, su vida interior es para ellos mucho más importante que cualquier ornato externo.





Si nos ponemos a corregir continuamente a un niño, haremos que se sienta inferior y además, lastimaremos su dignidad natural.





No interferir en el crecimiento de un niño y no presionarlo.





Para tener una escuela donde hay libertad y felicidad no se requiere un genio, solo alguien con el menor deseo de decir a los demás cómo vivir.





Uno es capaz de razonar con niños libre, mas no de dirigirlos.





Estar del lado del niño: aprobación, comprensión, bondad y ausencia total de autoritarismo adulto.





Tiene mayor valor comprender a los niños que amarlos.



jueves, 8 de julio de 2010

En proceso de asimilar que no valió la pena

Tomar decisiones que te alejan de lo habitual siempre es difícil, sobre todo, si eres bastante cerebral y poco impulsivo. En mi caso, ya llevo unas pocas que han ido marcando mi vida, poco a poco, como hacerme vegetariana, dejar de trabajar o parir en casa. Son decisiones que han de madurar en mi lentamente, puesto que aún no he aprendido a fiarme totalmente de mi intuición (aunque estoy en ello) y que solo consigo llevar a cabo cuando logro conciliar lo racional con aquello que siento. Para ello leo mucho y me voy formando y, en el camino, voy aprendiendo cosas que me van llevando a nuevos cambios, grandes y pequeños.




Algunos de esos cambios dan bastante miedo, como en el que ahora estoy. Por fin, después de unos siete años acariciando la idea, nos decidimos a sacar a nuestros hijos de la escuela (y hablo en plural, pues era algo que no me atrevía a hacer sola). En esa decisión, si bien es cierto que, pesa mucho el miedo a las autoridades, hay que reconocer que hay algo más, una vocecita al fondo que se hace cómplice y nos hace dudar de si estamos haciendo lo correcto, a pesar de que estamos conociendo, desde hace años, realidades que evidencian que si. Me pregunto si no será el miedo a asimilar que todos aquello años encerrados, en nuestra propia infancia, no valieron la pena. Y, es que, es duro admitir que tantas horas perdidas, tanta frustración que nos marcó el carácter no eran necesarias. ¿Cómo no pensar que sirvieron para algo? ¿Cómo no querer creer que si no, no seríamos ahora todo lo listos y sabios que creemos ser? Cuesta admitir todo lo que nos han robado "por nuestro propio bien" pero hay que hacerlo para no repetirlo con aquellos que nos siguen.




Y así sigo, tratando de asimilar la cuestión mientras voy leyendo artículos que descargamos de la web de La Serrada (por cierto, muy recomendable), innumerable información que obtengo a través de la A.L.E. sobre familias que educan en casa o los libros que ahora tengo entre manos: El nuevo Summerhill y Educar para ser.